Por una sola voz enamorada, sobre La oruga, de Marisa Negri por Gabriel Martino

ilustración de Lorena Pradal para La oruga




Por una sola voz enamorada


La poesía es percibida, practicada y transmitida a través de los mismos impulsos nerviosos que inervan las alas de las mariposas. Ciertas reacciones químicas deciden las decisiones que tomamos, los viajes que hacemos.

Una de estas misteriosas reacciones en cadena permitió que Maria Sibylla Merian emprendiera el camino, entonces descabellado (s. XVII), de abandonar a su marido y mudarse a Surinam a estudiar insectos.

Entonces existía la creencia de que los bichos aparecían por generación espontánea en el lodo en putrefacción y desde Aristóteles se los denominaba Bestias del diablo. Merian decidió seguir la metamorfosis de las mariposas desde las orugas hasta las no menos extrañas criaturas aladas que resultaban de esas transformaciones.  

Utilizando y perfeccionando sus dotes para la acuarela fijó estos descubrimientos en cantidad de láminas capaces de excitar la sensibilidad de artistas en tiempos muy distantes, y que tendrían, sobre sus modelos vivos, la ventaja de no necesitar multiplicarse para su constante actualización como especie.

Estos insectos de papel pintado se cruzaron con la sensibilidad de la poeta Marisa Negri que vio en ellos la ocasión de decir unas cuantas cosas que insospechadamente venían tomando forma en esa vaga y poderosa región anterior a la cristalización poética.







La oruga (2022), leve como su materia, es y no es una biografía de la entomóloga holandesa, es y no es un libro sobre mariposas. 

Como en otros trabajos de Negri –Las sanadoras (2012), Hebra (2016), Kasu (2019)-  la mujer, con todo en contra se abre paso y erige mundos que podrían ser este si no hubiéramos tomado el camino equivocado y persistiéramos en él con obstinación ciega.


Mutar no es convertirse/ mutar no es hacer la revolución/ envuelta en las sábanas quiero ser la oruga/ entregar mi cuerpo a lo que muta/ para empezar de nuevo.



Algunos poemas de La oruga






Y con gran esfuerzo para permanecer erguido habló Matthaus, el Viejo, en su agonía: acerquen al lecho a la pequeña Sibyll, quiero por un momento bendecir su dorada cabeza; ella verá mundos que no hemos conocido, porta una estrella en la frente y está destinada a grandes cosas.

Joanna trajo a la niña que estiró sus manos en el aire como dos mariposas.

***

María Sibylla ha crecido, ya no oculta orugas en el patio ahora las estudia en varias cajas tapizadas con hojas de morera.

Maravillada, asiste a su transformación, apunta día a día los pequeños progresos y toma clases de dibujo con Albert Mignon, el alumno más avanzado de su padre.



En su cuaderno de notas escribe: deseo dominar la habilidad de la acuarela para pintar la vida.

***

Cuatro días a remo las llevan a la colonia labadista más alejada de las plantaciones. Han conseguido que dos esclavas africanas las acompañen en la recolección, aprenden de ellas los usos de las plantas.

Sibyll anota en su libreta: Algunas mujeres que son maltratadas por sus patrones holandeses utilizan las semillas de la flor de pavo real para abortar a los niños, no desean que sean esclavos como ellas, ingieren ciertas bayas incluso para cometer suicidio porque creen que despertarán del otro lado del mundo junto a sus amigas.



Deja un ramillete de flores rojas a secar entre las páginas para dibujar más tarde la flor de la libertad.




***




La Monarca Norteamericana

puede recorrer

hasta cinco mil kilómetros

desde Canadá a México,

donde hiberna.

quién no cruzaría mares y tormentas

por una sola voz enamorada.




La oruga
Marisa Negri con ilustraciones de Lorena Pradal
La Ballesta Magnífica, 2022.



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